Bola de
Fuego
Cuentan los viejos llaneros que hace cientos de años
existía en los llanos orientales una mujer muy hermosa con un cuerpo de palma
real y una larga, negra y fina cabellera que pendía hasta sus caderas, un cutis
piel canela y unos lindísimos ojos grandes azules.
Esta codiciada mujer silvestre se casó con un hombre recio
y faculto, conocedor de la sabana, que respondía al nombre de Esteban.
La existencia matrimonial fue relativamente corta. De esta unión alcanzaron a nacer dos hijos hombres, el primero llevó el nombre de Sigifredo y el segundo heredó el de su padre, Esteban.
Don Esteban, el amo de la casa, era un hombre parrandero, tomatrago y jembrero; músico y extraordinario coplero. Un buen día, don Esteban se alistó para ir a un San Pascual Bailón, nombre que se le da en el llano a las fiestas sabaneras, pero por razones que solo él sabía, no quiso llevar a su esposa Candelaria, situación que despertó violento disgusto en la linda mujer criolla y, tanto sería su ira, que la fatal decisión de que si Esteban no la llevaba, pues él tampoco iría ni a éste ni a ningún San Pascual Bailón. Ver mas…
El
Ánima de Santa Helena
Autor
Hector Paul Vanegas
Era un 16 de Enero con la brisa mañanera cuando escuchaba yo el canto de la pava montañera en los copos de un almendro lamentaba la tragedia sucedido en El Parrando, casa de Ramón Herrera
y fue cosa de lamentar como algunos lo creyeran por amor a una mujer dos hombres dieron pelea
entablando discusión por delicada belleza siendo asunto del destino que la inocente muriera.
Les contaré como historia lo que vi desde la puerta con el
ojo entre dormido como gavilán de sierra contemplando aquel desorden como
venado en gallera Y lo que vino después de esta fiesta sabanera.
Es una ley del llanero darle la mano al que llega l que está adentro se atiende, y el que está afuera se apea Y con gran algarabía se le abre la talanquera como si fuera un hermano que de otras tierras viniera.
Es una ley del llanero darle la mano al que llega l que está adentro se atiende, y el que está afuera se apea Y con gran algarabía se le abre la talanquera como si fuera un hermano que de otras tierras viniera.
El
Silbón
•
Espíritu vagabundo por matar a sus padres.
Después de asesinar a su padre, el hombre fue castigado con un mandador de pescuezo (típico del llano), al tratar de huir fue mordido por un perro tureko, para concluir el castigo su abuelo regó sobre sus heridas gran cantidad de ají picante. El recuerdo y mención de lo sucedido libra a las personas de ser atacadas por este espíritu errante conocido como el silbón.
El Silbón se presenta a los borrachos en forma sombrío. Otros llaneros le dan forma de hombre alto, flaco. Usa sombrero y ataca a los hombres parranderos y borrachos, a los cuales chupa el ombligo para tomarles el aguardiente.
La tradición explica que al llegar el silbón a una casa en las horas nocturnas, descarga el saco y cuenta un a uno los huesos; si no hay quien pueda escucharlo, un miembro de la familia muere al amanecer.
Otra versión dice que fue un hijo que mato a su padre para comerle sus "asaduras". El muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le saco las vísceras y se las llevo a su madre para que las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su marido. preguntándole al muchacho, quien confesó la verdad.
Juan Machete
Considerable
como una de las leyendas más conocidas del llano. Cuenta la vida del hombre que
quería ser el más poderoso de la región, su nombre era Juan Francisco Ortiz,
amo y señor de las tierras de la Macarena.
Este señor hizo un pacto con el diablo en el cual le entregaba su mujer e hijos, a cambio de mucho dinero, ganado y tierras.
Este señor hizo un pacto con el diablo en el cual le entregaba su mujer e hijos, a cambio de mucho dinero, ganado y tierras.
El diablo le dijo a Juan que agarrara un sapo y una gallina, a los cuales debería coserle los ojos y enterrarlos vivos un Viernes Santo a las doce de la noche, en un lugar apartado, luego debería invocarlo de alma y corazón. Juan cumplió con lo encomendado. Pasando varios días, el hombre se dio cuenta que los negocios prosperaban.
Una madrugada se levantó temprano, y al ensillar su caballo divisó un imponente toro negro, con los cuatro cascos y los dos cachos blancos. Pasó este hecho desapercibido y se fue a trabajar como de costumbre.
La Llorona
Quienes
le han visto dicen que es una mujer revuelta y enlodada, ojos rojizos, vestidos
sucios y deshilachados. Lleva entre sus brazos un bultico como de niño recién
nacido. No hace mal a la gente, pero causan terror sus quejas y alaridos
gritando a su hijo.
Las apariciones se verifican en lugares solitarios, desde las ocho de la noche, hasta las cinco de la mañana. Sus sitios preferidos son las quebradas, lagunas y charcos profundos, donde se oye el chapaleo y los ayes lastimeros. Se les aparece a los hombres infieles, a los perversos, a los borrachos, a los jugadores y en fin, a todo ser que ande urdiendo maldades.
Dice la tradición que la llorona reclama de las personas ayuda para cargar al niño; al recibirlo se libra del castigo convirtiéndose en la llorona la persona que lo ha recibido. Otras eversiones dicen que es el espíritu de una mujer que mató por celos a la mamá y prendió fuego a la casa con su progenitora dentro, recibiendo de ésta, en el momento de agonizar la maldición que la condenara: "Andarás sin Dios y sin santa María, persiguiendo a los hombres por los caminos del llano".
http://www.llanoguia.com/interesting_places/view/194
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